Soy un privilegiado por poder trabajar de físico. La profesión no es de las que llenan de satisfacciones: la carrera exige estudio intenso, los puestos de trabajo son escasos, el salario no es extraordinario (aunque no me quejo en absoluto de la generosidad estatal para conmigo), hay mucha competencia.
Por lo general no soy muy afecto al verano. Por supuesto que me gusta cuando estoy cerca del mar, pero cuando no es el caso el calor me resulta muy molesto y prefiero los días más fríos y oscuros.
No quise ser menos, e intenté yo también capturar alguna foto de este particular eclipse que pintó la Luna de rojo.
No me salió bien, no tenía pensado hacerlo y no preparé las fotos.
Colección completa.
Finalmente llegó -muy pronto- el final de Orsai. Fueron solo 16 números, desde la incertidumbre inicial del N1 hasta la certeza final del N16. Se extrañará mucho la espera de casi dos meses, la llamada de Maxi para coordinar la entrega de las cajas.
Cuando era chico había habitualmente en casa cámaras fotográficas y lentes, debido a que mi papá era periodista gráfico. Canon, Leica y Nikon no eran marcas desconocidas en la familia.
1:11 am del sábado. Fui hasta la cama para lograr que Ignacio (7 años) se duerma, pues a la mañana siguiente había que levantarse temprano para ir a natación.
Ignacio no suele despertarse de buen humor cuando duerme poco.
Viernes a la noche.
El fin de semana promete comenzar como me gusta: niebla, frío, lluvia. Ideal para quedarse en casa a hacer vida familiar y acumular energías para la semana próxima.
Admiro mucho a Hernán Casciari. No solo porque disfruto, desde hace años, los textos que escribe en su blog, sino también porque es un tipo muy valiente y comprometido con sus ideas, al punto de abandonar el sistema productivo convencional de cultura y jugarse por un proyecto propio, ambicioso y arriesgado.
Este viernes 10 de junio, gracias a la gentileza de Martín Sánchez e YPF, fuimos con Marisa a ver a Los Amados, en la sala Astor Piazzolla del Teatro Argentino de La Plata.
Comencé a usar linux hace 15 años, al iniciar mi doctorado en el Instituto de Física de Líquidos y Sistemas Biológicos de La Plata.
En ese entonces solo lo usaba para correr simulaciones en máquinas específicas para cálculo, mientras que en mi escritorio usaba los Windows NT y 98.