En el momento en que esto se publique estaré volando a casa. He pasado en Río de Janeiro unos meses maravillosos.
La visita frecuente de familia y amigos, más la cordialidad extrema con que me han tratado los cariocas, han hecho que me sienta aquí como en mi hogar.
El domingo 9 de mayo asistí en la playa de Flamengo a una carrera de aviones.
Fue la Red Bull Air Race, edición 2010.
Fuimos con Ernesto, a ver de qué se trataba este asunto, y nos encontramos con los pies en la arena a las 11 de la mañana, bajo una llovizna otoñal, mirando este gran espectáculo.
La playa de Copacabana, en la ciudad de Río de Janeiro, es una de las más hermosas playas urbanas que haya visto.
En los casi 4 km desde Leme hasta el Fuerte de Copacabana hay de todo.
En la Cidade Maravilhosa es difícil decidir qué fotografiar, ya que hacia donde uno mire aparece un paisaje impresionante o una escena notable. En este caso, uno de los rincones emblemáticos de Río de Janeiro es la playa de Botafogo, con su Marina y el marco imponente que le dan los morros de Urca y Pan de Azúcar.
Una vez más, aprovechando el nuevo dominio y la gentileza de Trapito por el hosting, inicio un nuevo blog.
Y como para empezar con una buena imagen, les presento unas fotos que tomé recientemente con la noble y ya vieja Canon Powershot A610, y que pude combinar para armar una imagen panorámica de Río de Janeiro, utilizando el programa Hugin.
La formación de la “pirámide humana” es una vieja tradición familiar. Mi niñez en Paraná transcurrió en profunda integración con la naturaleza, y dadas las características geográficas de la zona, el contacto con el agua de río o arroyos fue algo habitual.
Durante una semana de julio estuvimos de paseo en Paraná. Pasamos unos días muy intensos rodeados de familia, acompañando a mi mamá durante la recuperación de una cirugía, y deleitándonos con los asados que magistralmente prepara mi hermano Facundo (Nota: las brochettes de la foto fueron asadas por Facundo, pero preparadas por las manos expertas de Marisa).
Parte de las vacaciones de verano 2006 las pasamos en San José, sobre la costa del río Uruguay, en la casa de los padres de Marisa.
Es una de las pocas veces en que Flor y Nacho se encuentran con sus primos de allá, aprovechando para gastar energía en la playa, y jugando todo el tiempo.